Ficha Diego

Lo más característico de Diego es el color de su pelo, el cual desde que nació es de un color blanquecino. Su piel es de una tonalidad clara y sus ojos tienen una curiosa tonalidad azulada. Es una persona de complexión alta, con una profunda mirada y rostro sereno así como un carácter tranquilo. Suele llevar siempre su gabardina para protegerse de las inclemencias del tiempo, además así le es más fácil ocultar su pistola.

Desde pequeño siempre se había preocupado por los demás, intentaba que todo estuviese bien a su alrededor, no soportaba las injusticias ni ver sufrir a nadie, por lo que a pesar de tener un carácter tranquilo y amable, no dudaba en meterse en peleas para defender aquello que consideraba justo.

Con los años ese carácter se ha visto reforzado, convirtiéndole en alguien que sigue unos firmes ideales de justicia. Es una persona de buen corazón pero no durara en sacar su carácter violento si la situación lo requiere.

Cabe destacar que cuando algo se le mete en la cabeza es difícil si no imposible que alguien le haga cambiar de opinión, convirtiéndole en alguien realmente obstinado.

A pesar de la muerte que encuentra a menudo a su alrededor, mantiene la firme creencia de mantener su fe en la humanidad, esforzándose por encima de sus posibilidades para ayudar a los inocentes de aquellos que intentan dañarles.

A pesar de haber logrado un puesto estable profesionalmente, es una persona que se siente intrigada por el conocimiento por lo que siempre que puede y tiene algo de tiempo, lo dedica a leer libros y aprender nuevas cosas.

Adora todo tipo de armas por lo que en las paredes de su casa se pueden encontrar desde espadas hasta numerosas armas de fuego.

Debido a sus continuas peleas y a la formación necesaria para su profesión, desde joven se entreno en numerosos tipos de artes marciales, principalmente de defensa personal.

HISTORIA

Niños - Diego

Acababa de mudarse a la ciudad y en su primer día de colegio ya empezaban los problemas, 4 niños estaban mofándose de otro que yacía de culo en el suelo con lágrimas en los ojos. Para colmo de males los 4 eran algo mayores que el que estaba solo por lo que sin pensárselo dos veces, y sin mediar palabra puso delante del pequeño fijando su mirada en el mayor de todos.

Apártate enano, esto no es contigo! –Gruño el niño mientras le empujaba hacia atrás para dar énfasis a sus palabras. Sin embargo no sintió ningún miedo por su comportamiento violento, estaba más que acostumbrado a tratar con gente como él.

Que? Acaso os preocupa que ahora seamos 2 contra 4? Tan valientes sois que os enfrentáis 4 a 1? –En respuesta a su osadía recibió un puñetazo en la cara que le hizo caer al suelo. Todos comenzaron a reírse pero al contrario de lo que podían pensar eso solo hizo que el fuego ardiera en su interior.

Te vamos a patear igual que a ese llorón, así aprenderás que no es bueno meterse con nosotros. –Enfatizó de nuevo el niño. –Vamos! Divirtámonos un ra…

Si… vamos… divertíos un rato… -Dijo lleno de ira mientras se levantaba del suelo. – Pero espero que sepáis esconderos bien como las ratas que sois, porque yo no soy como los otros niños a los que aterrorizáis. Os buscaré… -Dijo mientras señalaba uno a uno. –Os buscare y esperaré el momento en que os encontréis solos…. Y entonces… Os arrepentiréis de este día porque no tendré piedad de ninguno de vosotros. Comprobaré personalmente que valientes sois. – Sonrió con cierta malicia, sus extraños cabellos blancos y los ojos claros le daban un aspecto aterrador. – Veremos si os ha merecido la pena este momento.

Esta loco.. – Dijo temerosamente uno de los niños.

Yo mejor me marcho, esto ya no es divertido.. – Dijo el otro mientras retrocedía con el primero.

Ya te digo, no merece la pena.. – Dijo un tercero.

Al verse solo ante Diego el mayor de los niños mostró cierta indecisión y temor, por lo que decidió seguir el paso de sus amigos.

Bah… es cierto.. no merece la pena pelearse con un pirado… vámonos chicos…. –Dijo al fin mientras se alejaba con sus amigos sin que Diego apartarse su mirada de ellos.

Cobardes… - Murmuró mientras se giraba para ayudar al otro niño a levantarse del suelo.

Gracias… -Dijo tímidamente el pequeño.

De nada… pero debes plantarles cara a esos matones… si no.. siempre te estarán amargando, no debes mostrar miedo. –Mientras decía esto limpiaba el polvo de la ropa del niño que era algo más pequeño que él. Sin decir nada mas, se alejó del lugar mientras se frotaba la mejilla donde seguramente aparecería un buen moretón, después de esto seguramente tendría problemas en casa. Y su madre sin duda era más temible que todos esos matones.

Ya le habían castigado por meterse en peleas, pero le era imposible evitarlas, no cuando se producía una injusticia. Y al final, tanto en el colegio como en su casa todo parecía apuntarle a él como el raro que se metía en peleas como si fuese algo que le gustara hacer.

Con los años no cambió mucho la cosa, solo que la mayoría de las veces las peleas se evitaban por el simple hecho de la fama de peligroso que se había buscado. De peligroso y como no, alguien no estable mentalmente, lo que le hacía bastante gracia ya que desde su punto de vista era el más cuerdo de todos. Pero si con eso se ganaba el miedo y respeto de los demás, a él no le importaba. Le daba igual que le rehuyeran y le dejasen solo, después de todo él estaba contento con aquellos a los que ya tenía en su alrededor, no necesitaba más gente.

Con el tiempo se preparó para trabajar como policía, para su satisfacción superó todas las pruebas, mentales y físicas. Después de todo parecía que no estaba tan loco como solían decir los demás. Desde el primer momento se esforzó en su trabajo y gracias a eso no tardó en ascender hasta convertirse en inspector. Ese había sido su más ferviente deseo desde el momento en que había decidido convertirse en policía, ahora podría librarse del uniforme y mezclarse entre la gente sin delatarse.

En su corazón llevaba grabado su juramento, servir y proteger, y por eso se preocupaba de todas y cada unas de las personas de su zona, sin importar su rango social. Y era por eso que últimamente se tiraba horas y horas en la oficina, intentando buscarle sentido a una serie de desapariciones y asesinatos que parecían no tener ninguna conexión. La mayor parte de las víctimas eran de clase baja y seguramente habría un gran número de desapariciones que no se habrían denunciado. Pero quien quiera que fuese el asesino, si es que era posible que fuese uno solo, no dejaba ninguna huella, ninguna pista. Como si tras cometer su crimen se vaporizara del lugar, y eso le ponía de los nervios. La única solución que encontraba era seguir buscando en las calles aquello que no podía encontrar entre los papeles. Sus compañeros le decían que eran imaginaciones suyas lo de las desapariciones sin denunciar, pero el había visto como varias personas que había conocido en sus rondas de vigilancia ya no volvían a aparecer. Y no era de extrañar, esas personas no tenían nadie que las esperasen en casa, estaban solas.

Es extraño… -Susurró mientras miraba por la ventana. – Que clase de demente mata a sus víctimas drenando la sangre con tanta limpieza… - Apoyó su brazo en el cristal y su frente en este, sin dejar de mirar hacia la calle. Suspirando se dio la vuelta y apagó las luces de su oficina, recogió su gabardina y tras echar un último vistazo hacia atrás, salió a la calle, era hora de dar una vuelta, como cada noche, en busca de respuestas.


GUSTOS

*Chocolate
*La tranquilidad
*La coleccion de armas ya sean espadas o pistolas.
*Su moto
*La astronomia
*Los animales

DISGUSTOS

*El ruido
*Las injusticias
*Que toquen sus cosas
*Que se coman su comida

EXTRAS

Tiene una moto en su garaje que adora por encima de todas sus pertenencias.

En su casa tiene varias armas pero la que suele llevar encima es su Magnum 357.

En su espalda tiene un tatuaje.