Ficha de Megara
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Ficha de Megara
NOMBRE
Megara
APODO
Mist (Significa Neblina/Niebla)
Su apodo se lo ha ganado al usar dicha neblina poco antes de asesinar a sus enemigos o presas.
EDAD
9500 años
QUE EDAD APARENTA
23
NACIONALIDAD
Desconocida
GENERO
Femenino
SEXUALIDAD
Heterosexual
RAZA
Daimon Spathi
AFILIACION
Malvado
PROFESION
Matar Dark Hunters
APARIENCIA
Piel blanca, ojos negros, cabellos rubios, siempre se teñía el cabello de rojo ahora ya no es necesario gracias a su diosa.
Desde pequeña Megara siempre fue una niña cariñosa, soñadora, dulce, cálida, graciosa, ante los ojos de las personas era el ser más puro que pudiera habitar la tierra, sin embargo la crueldad que los humanos están acostumbrados a profesar cambiaron ese semblante amoroso por uno cruel, frio lleno de pura maldad.
Megara es una joven elegante, orgullosa, fría, sádica, llena de maldad. En el campo de batalla se muestra como una mujer calculadora, fria y muy inteligente, es considerado por muchos un ser temible, con habilidades inigualables en combate. La joven posee una chispa de humor sarcástico que se puede tornar gracioso y temible a la vez, por lo que sus subordinados no saben si reír o callar ante sus comentarios. Ella también es leal, mataría a cualquiera que signifique una amenaza para su señora Apollimy, así mismo es un guerrero de honor y palabra, jamas pelearía de manera injusta o sucia como los Daimons normales.
Para ella la paz, el amor y la dulzura no existen, lo único real es el dolor... la muerte. Por lo que tiende a matar a lo que le estorba, le molesta o se interpone en sus camino, y cree que la mejor forma de arreglas las cosas esta en la punta de su espada, o en dado caso el cañon de su pistola.
HISTORIA
Megara/ Maya/Mildan/Aron/Apollimy/Stryker/ Simi/ Acheron/ Otros/DH
HABILIDADES
Agua
Megara posee la habilidad de manipular el agua, así mismo puede crear esferas de dicho elemento, olas de tamaño considerables etc., a partir de la humedad que existe en el aire. También puede crear densa neblina que abarcaría algún par de cuadras a la redonda y que normalmente usa para asechar a sus presas o enemigos, de igual manera le sirve para desorientarlos y poder tomar ventaja a la hora del combate.
Hielo
A partir del Agua, la Daimon puede solidificar dicho elemento para usarlo como arma y cualquier otro instrumento que se le ocurra.
GUSTOS
*El chocolate
*Dormir mucho
*El olor a sangre y la sangre
*Las almas de personas fuertes
*Descuartizar lenta y dolorosamente a su rival.
*Jugar con su comida (Humanos o weres a cualquiera que planee quitarse su alma)
*Las armas de fuego y las espadas
*Ama su moto y vestir de negro.
*Cuestionar las ordenes de los demás (Solo las de Stryker... no es tan tonta como para cuestionar a la Destructora)
*Tocar la guitarra
*Jugar video juegos (pero nadie conoce ese pasatiempo)
*Ir al cine.
DISGUSTOS
*Los mentirosos
*Los hipócritas
*El deshonor
*Que le arrebaten su comida
*Que su comida corra (Humanos y weres)
* Que le lleven la contra
*Los vegetales
* Que cuestionen sus ordenes
EXTRAS
*Posee una bella espada, regalo dado por Apollimy
*Tiende a usar una frase característica cada que mata a un DH y esta es: Crees que la oscuridad es tu aliada, pero tu solamente la adoptaste, yo nací en ella, deje que me moldeara, yo no ansió ver la luz, porque se que solo me causara ceguera.
Megara
APODO
Mist (Significa Neblina/Niebla)
Su apodo se lo ha ganado al usar dicha neblina poco antes de asesinar a sus enemigos o presas.
EDAD
9500 años
QUE EDAD APARENTA
23
NACIONALIDAD
Desconocida
GENERO
Femenino
SEXUALIDAD
Heterosexual
RAZA
Daimon Spathi
AFILIACION
Malvado
PROFESION
Matar Dark Hunters
APARIENCIA
Piel blanca, ojos negros, cabellos rubios, siempre se teñía el cabello de rojo ahora ya no es necesario gracias a su diosa.
- Spoiler:
Desde pequeña Megara siempre fue una niña cariñosa, soñadora, dulce, cálida, graciosa, ante los ojos de las personas era el ser más puro que pudiera habitar la tierra, sin embargo la crueldad que los humanos están acostumbrados a profesar cambiaron ese semblante amoroso por uno cruel, frio lleno de pura maldad.
Megara es una joven elegante, orgullosa, fría, sádica, llena de maldad. En el campo de batalla se muestra como una mujer calculadora, fria y muy inteligente, es considerado por muchos un ser temible, con habilidades inigualables en combate. La joven posee una chispa de humor sarcástico que se puede tornar gracioso y temible a la vez, por lo que sus subordinados no saben si reír o callar ante sus comentarios. Ella también es leal, mataría a cualquiera que signifique una amenaza para su señora Apollimy, así mismo es un guerrero de honor y palabra, jamas pelearía de manera injusta o sucia como los Daimons normales.
Para ella la paz, el amor y la dulzura no existen, lo único real es el dolor... la muerte. Por lo que tiende a matar a lo que le estorba, le molesta o se interpone en sus camino, y cree que la mejor forma de arreglas las cosas esta en la punta de su espada, o en dado caso el cañon de su pistola.
HISTORIA
Megara/ Maya/Mildan/Aron/Apollimy/Stryker/ Simi/ Acheron/ Otros/DH
Rayos rojos y naranjas iluminaban el cielo, a su compas el sol se ocultaba detrás de las montañas, aquel atardecer marcaba el final de un día, desafortunadamente también el fin de una vida. Y cuando la noche cayo un sollozo en la lejanía del bosque se escucho, bajo la copa de un árbol una pequeña lloraba incesante, el dolor que oprimía su pecho apenas la dejaba respirar, su madre había muerto. Escuchando unos pasos acercarse Megara no levanto la mirada del suelo, no le interesaba si era alguien peligroso lo único que deseaba era abrazar a su madre nuevamente.
-¿Por qué lloras? tienes hambre, porque Simi tiende a llorar cuando tiene hambre, sabes incluso tú te ves muy apetitosa- Decía una pequeña de cabellos negros con cuernitos, piel de extraño color y alas negras.
-Lloro porque mi mama ha muerto, ¿Quién eres? Porque me dices que me veo apetitosa- Dijo la pequeña quien miro asombrada aquel extraño ser que tenía enfrente de sus ojos, afortunadamente en aquellos años la magia y los seres extraordinarios eran algo que uno podía ver sin mayor alteración.
-¿Tu mama? Simi no sabe que es una mama, Simi jamás ha tenido mama-
Megara se quedo en silencio mirando a aquel extraño ser y antes que pudiera articular palabra un hombre de cabellos negros y ojos de color plata intenso poso sus ojos en ambas, unos ojos que tenían una ligera semblanza de pánico.
-¿Te ha hecho daño?- Pregunto el hombre a Megara
-¿Por qué preguntas eso Akri? Simi no le ha hecho nada a la niña, Simi se ha portado bien aun cuando se ve apetitosa-
-Ella no me ha hecho nada- Dijo Megara agachando la mirada al tiempo que empezaba a llorar nuevamente, el dolor que parecía haberse ido por unos segundos había regresado más fuerte que nunca.
-Simi dame un minuto, y por los dioses no te ... no comas nada hasta que este con tigo-
Aquel extraño ser obedeció dando saltitos se perdió en la negrura de la noche, mientras aquel hombre se inclinaba delante de ella.
-Mis mama era buena, jamás lastimo a nadie... primero fue mi papa, y ahora ella. No es justo que murieran, los dioses no son justos... quiero a mis papas de regreso- Las lagrimas se desbordaban por las mejillas de la niña quien no paraba de llorar.
Aquel hombre acaricio la mejilla de Megara ella era una niña pequeña había nacido en la oscuridad y aun así se esforzaba por intentar dispersar aquellas penumbras que permanecían a su alrededor, por desgracia para ella su luz no sería suficiente, los destinos eran crueles y los dioses mas, la vida no era justa y normalmente apestaba pero eso era algo que aquella pequeña no necesitaba saber. Sin poder decir algo, aquel hombre se sentó y abrazo fuerte a la niña el no podía revivir a sus padres, a decir verdad le dolía lo que ella sufría, de no haberse enamorado de la diosa equivocada el podría haber protegido a su hermana, y de esa forma Apolo jamás abría maldecido a su propia raza, los apolitas.
-Cuando solo exista la nada, cuando más negra sea la noche, el brillo azul en el que se posen tus ojos te devolverá la felicidad que has perdido- Murmuro Acheron al oído de la niña quien después de mucho llorar se había quedado dormida.
Unos años después.
Los años pasaron los dos hermanos de Megara habían logrado evadir el destino impuesto por Apolo, aquel par de Daimons se encargaban de robar las almas de las personas de mal corazón, como asesinos y violadores, sin embargo Meg era diferente ella no podía asesinar a nadie su corazón era puro, bondadoso, amable. Pero nadie huye mucho tiempo del destino sin que este te alcance y el de Megara había llegado. Enamorada de un hombre, ella deseaba vivir mas allá de su vigésimo séptimo cumpleaños, convencida de que la única forma de ello, era tomar las almas de los humanos en su pecho, dejando de ser un Apolita y convirtiéndose en algo que se denominaba Daimon.
-¿Qué aras cuando aquel hombre al que tanto amas te vea desintegrarte frente a sus ojos?- Pregunto Maya la hermana mayor de Megara.
-Déjala Maya, es su decisión y debemos respetarla- Respondió Mildan el segundo hermano.
-Bueno, si cambias de opinión, búscanos Meg sabes que estamos con tigo pase lo que pase-
Ambos hermanos desaparecieron en las penumbras de la noche, la luna que menguaba en el cielo comenzó a ser tapada por densas nubes que parecían anunciar la catástrofe que estaba por desatarse. -¿Qué debo hacer?- la bella Apolita se quedo sentada a las afueras del pequeño pueblo donde vivía, recargada en el mismo árbol donde hacía años había llorado la muerte de su madre. –Me pregunto si Aron me seguiría amando igual, si supiera lo que soy-
Megara soltó un suspiro cuando gritos comenzaron a escucharse por todo el pueblo, inmensas llamas se alzaban quemando las casas de aquel pequeño pueblo Apolita, la noche estaba siendo iluminada por el fuego que amenazaba con consumir todo a su paso. –Que está pasando- Musito la joven quien corriendo hacia su pueblo miro con terror a varios de sus familiares degollados mientras otros corrían envueltos en fuego.
-Ahí esta otro- Dijo un hombre, señalando a Megara.
-¡Vamos no dejen a ninguno de estos demonios vivos!- Grito otro hombre quien era seguido en un eco por muchos más.
-Pero… pero-Megara sintió que el aire le faltaba cuando vio entre aquella muchedumbre a su tan amado Aron, quien sostenía en su mano una espada bañada en sangre. –Aron… tu…-
-No es nada personal Meg, solo quiero limpiar el mundo de demonios como tu-
-Pero que tonterías dices, mi pueblo no es malo y mucho menos somos demonios. Detente- Dijo Megara mientras las lagrimas escurrían por sus mejillas.
Aun cuando los Apolitas habían sido bendecidos con poderes psíquicos y fuerza superior a la humana ellos eran pacíficos y bondadosos, no usaron sus habilidades para defenderse y a cambio estaban muriendo a manos de los seres humanos que crean ingenuamente que ellos eran una amenaza. Siendo sujetada por los brazos Megara vio con pánico como el hombre al que había amado con todo su corazón se acercaba a ella con un cuchillo dispuesto a asesinarle.
-Yo te amaba, … yo hubiese hecho cualquier cosa por ti…-
-Muy amable de tu parte linda, pero para tu información yo ya estay comprometido con una mujer que no es un asqueroso chupasangre como tú, jamás te ame a decir verdad jamás podría amar a un monstruo-
Aquellas palabras hicieron eco en los oídos de la joven, incluso ella podía jurar que algo dentro de ella se había roto para siempre, cerrando los ojos mientras esperaba por la muerte, sintió como la brisa del viento soplo fuertemente a su alrededor liberándola de sus captores quien permanecían ahora en el suelo, muertos.
-¿Estás bien?-
Megara abrió sus ojos al escuchar la voz de su amado hermano, mirando a su alrededor vio a varios hombres muertos y a su hermana sujetando fuertemente a Aron, quien se jaloneaba para liberarse sin éxito alguno. –Escuchamos gritos y vimos la luz del fuego a lo lejos, así que regresamos- Dijo Maya con una media sonrisa.
-Son demonios…-Dijeron varios hombres de los que aun quedaban con vida.
-¿Demonios? ¿Enserio? Nosotros no quemamos aldeas enteras con toda su gente-Gruño Mildan al tiempo que siseaba mostrando sus colmillos. –Ustedes los humanos son seres despreciables, razón tenían mis antepasados en querer extinguirles… pero descuiden yo terminare su trabajo- Mildan se movió mas rápido que una sombra y uno a uno comenzó a matar a todos los humanos, aquellos que intentaban escapar eran atrapados por Maya dejando así solo uno con vida, Aron.
-Lo matamos por ti si no te sientes con suficiente valor Meg- Dijo Mildan sonriéndole a su hermana.
-Vamos preciosa, el no merece tus lagrimas, mira lo que le ha hecho a nuestro pueblo natal, mira lo que te ha hecho-
Megara se quedo ahí de pie, pensando que aria, de tomar la vida de Aron ella dejaría de ser apolita, viviría mas allá de los 27 años. Ella debía matarle, quería hacerlo pero algo dentro de ella se negaba fervientemente. –Por favor Meg, amor, yo solo cumplía ordenes, no me mates, no dejes que me maten- Suplicaba Aron.
-Cállate bastardo, no te hemos dado permiso de hablar, no podrás hacer nada para evitar morir en este lugar- Gruño Mildan
-Si bueno ustedes tampoco podrán hacer nada para evitar morir aquí- Dijo otra voz detrás de ellos. Un hombre de cabellos castaños y ojos negros salió de la nada blandeando una espada, decidida a acabar con las vidas de los dos Daimons ahí presentes.
-¿Quién eres tú?- Cuestiono Maya al nuevo invitado
-Mi nombre es lo de menos, pero si los hace sentir feliz, soy un Dark Hunter y hoy morirán-
Un par de siglos Después…
Megara caminaba por entre las calles de un pequeño pueblo, ella podía escuchar el latido del corazón de su enemigo, había esperado este momento por varios siglos, incluso podía saborear la venganza, durante años había tenido pesadillas, con el día en que sus hermanos habían muerto a manos de aquel Dark Hunter, aun podía escuchar sus gritos de dolor, limpiando la lagrima que escurría por su mejilla, le vio, finalmente había encontrado al cazador oscuro y era momento de ajustar cuentas.
Ayudándose de sus poderes Megara hizo que una densa neblina comenzara a envolver las calles, acto seguido salto sobre el D.H quien habilidosamente le había evadido.
-Yo ¿te conozco? Creo que te he visto en algún lado…-
-Qué bueno que me recuerdes, porque yo jamás te he olvidado-
-Tú eres aquella jovencita, la del el pueblo Apolita en llamas, oye lamento lo que paso ese día, te lo dije entonces y te lo digo ahora. Era mi trabajo-
-¡Cállate! Mis hermanos eran buenos, ellos no lastimaban a ningún humano que no se lo mereciera… y tú los mataste, mataste lo único bueno que me quedaba… así que a cambio me cobrare con tu vida.-
-Bien, pero ya que ahora eres un Daimon sabes que debo matarte.-
-Quisiera ver que lo intentes- Gruño Megara.
****
Soltando su espada en el piso, Megara se recostó en su cama ella quería llorar, sin embargo las lagrimas ya no salían de sus ojos, incluso ya no sentía nada, ahora todo era vacio, nada tenia importancia, todo era frialdad. Cerrando sus ojos dejo que la tranquilidad la inundara sus pensamientos se remontaron al día en que había visto morir a sus hermanos, ellos la miraron con dulzura una última vez, mientras el imbécil de Aron reía alegrado al ver que ya no estaba en peligro, claro que la sonrisa le había durado poco, ella le había seguido por días y cuando había tenido la oportunidad le había torturado de la forma más dolorosa posible antes de asesinarle robando su alma.
-Megara… necesito que vengas-
La Daimon se incorporo en su cama al escuchar la voz de su señora llamándole, Apollymi era una de las ultimas diosas atlantes, ella había dicho al pueblo Apolita como vivir mas allá de su vigésimo séptimo cumpleaños y no solo eso ella era la autora del hundimiento de la Atlántida, más de uno en el panteo griego le temía, no por nada era la destructora.
-Estaré ahí en un momento, mi señora- Respondió Megara con una sonrisa, aun no podía olvidar el primer día que había visto a Apollymi e Stryker, ella se encontraba llorando la pérdida de sus hermanos y maldiciendo a Apolo cuando…
-Yo soy una persona buena, mis padres y mis hermanos lo eran… nosotros no te hicimos nada y aun así nos condenaste a vivir este infierno, te maldigo Apolo, a ti y a todo tu panteón juro que si un día tengo la oportunidad me bañare en tu sangre-Gritaba Megara con furia, al tiempo que toda aquella bondad y dulzura se evaporaba de su corazón dejando solo frialdad, maldad, odio.
-Una promesa interesante- Dijo un hombre alto y musculoso acercándose a Megara.
Stryker era un líder nato, con razones más poderosas para odiar a Apolo y para ella era un honor que la hubiera tomado en cuenta para tal hazaña, el la había sacado de su miseria, le había entrenado y muy bien para poder erradicar a la raza DH.
-Mi señora, ella es la Daimon de quien le hable- Decía Stryker a Apollymi
-A mi me parece común y corriente-
-Mi señora, en realidad lo soy, lo único que me diferencia de mis demás hermanos Daimons es la sed de venganza por querer la cabeza de Apolo y de todo su panteón-
Apollimy había sonreído ampliamente al escuchar tal cosa, y después de varios siglos incluso se había convertido en una de sus soldados más importantes y de más confianza. Incluso Megara no solo le respetaba, le quería como una especie de amiga, y algo debía estar mal con ella para verla de esa forma, al final todos en Kalosis le temían ella era la diosa de la muerte y la destrucción, pero para Megara era la deidad por la que daría su vida, protegiéndole, sirviéndole y su diosa lo sabía.
Hace una semana...
Megara se encontraba caminando por la sala de la destructora, cuando sintió una gran energía rodearla y azotarla contra la pared, inmediatamente la sangre comenzó a emanar de su boca y un dolor intento a recorrer su cuerpo. Aquello solo significaba una cosa, su querida Akra estaba jugando con ella, sacando un poquito de su estrés, de haber estado del mal humor, bueno mas de un hueso se le abría roto con tal ataque.
-Sigo sin entender esa fascinación tuya por teñirte el pelo- Dijo Apollymi con una media sonrisa.
-Mi señora y sus recibimientos tan cálidos-Pensó Megara mientras se levantaba y le sonreía a su diosa, inclinándose ante ella. -Bueno el rubio no me gusta, sin ofender mi señora, mi madre siempre me dijo que mis cabello era como los rayos del sol, y tomando en cuenta lo mucho que odio a Apolo, prefiero ver mi cabello rojo como la sangre, cada que me miro al espejo-
Apollymi rió -¿Y no pudiste escoger otro color? castaño, rosa, azul... Así me recuerdas a cierta zorra pelirroja a la que deseo descuartizar lentamente-
-¿A su nieta?-
Apollymi la fulmino con la mirada
-Lo siento Akra, fue una bromita-
La destructora, chasqueo los dedos e iluminando a Megara le dedico una media sonrisa. -Tómalo como un regalo, ya no tendrás que gastar en tintes, ademas que así no querré descargar mi estrés en ti cuando entres por la puerta, pensando que eres esa zorra pelirroja-
-Muy amable como siempre Akra, pero dudo que me haya llamado para hablar de mi pelo-
La bella diosa sonrió amplia mente, en sus ojos la sed de destrucción se reflejaba, lo que fuese que ella planeaba seguro era caos, sangre y muerte
-¿Por qué lloras? tienes hambre, porque Simi tiende a llorar cuando tiene hambre, sabes incluso tú te ves muy apetitosa- Decía una pequeña de cabellos negros con cuernitos, piel de extraño color y alas negras.
-Lloro porque mi mama ha muerto, ¿Quién eres? Porque me dices que me veo apetitosa- Dijo la pequeña quien miro asombrada aquel extraño ser que tenía enfrente de sus ojos, afortunadamente en aquellos años la magia y los seres extraordinarios eran algo que uno podía ver sin mayor alteración.
-¿Tu mama? Simi no sabe que es una mama, Simi jamás ha tenido mama-
Megara se quedo en silencio mirando a aquel extraño ser y antes que pudiera articular palabra un hombre de cabellos negros y ojos de color plata intenso poso sus ojos en ambas, unos ojos que tenían una ligera semblanza de pánico.
-¿Te ha hecho daño?- Pregunto el hombre a Megara
-¿Por qué preguntas eso Akri? Simi no le ha hecho nada a la niña, Simi se ha portado bien aun cuando se ve apetitosa-
-Ella no me ha hecho nada- Dijo Megara agachando la mirada al tiempo que empezaba a llorar nuevamente, el dolor que parecía haberse ido por unos segundos había regresado más fuerte que nunca.
-Simi dame un minuto, y por los dioses no te ... no comas nada hasta que este con tigo-
Aquel extraño ser obedeció dando saltitos se perdió en la negrura de la noche, mientras aquel hombre se inclinaba delante de ella.
-Mis mama era buena, jamás lastimo a nadie... primero fue mi papa, y ahora ella. No es justo que murieran, los dioses no son justos... quiero a mis papas de regreso- Las lagrimas se desbordaban por las mejillas de la niña quien no paraba de llorar.
Aquel hombre acaricio la mejilla de Megara ella era una niña pequeña había nacido en la oscuridad y aun así se esforzaba por intentar dispersar aquellas penumbras que permanecían a su alrededor, por desgracia para ella su luz no sería suficiente, los destinos eran crueles y los dioses mas, la vida no era justa y normalmente apestaba pero eso era algo que aquella pequeña no necesitaba saber. Sin poder decir algo, aquel hombre se sentó y abrazo fuerte a la niña el no podía revivir a sus padres, a decir verdad le dolía lo que ella sufría, de no haberse enamorado de la diosa equivocada el podría haber protegido a su hermana, y de esa forma Apolo jamás abría maldecido a su propia raza, los apolitas.
-Cuando solo exista la nada, cuando más negra sea la noche, el brillo azul en el que se posen tus ojos te devolverá la felicidad que has perdido- Murmuro Acheron al oído de la niña quien después de mucho llorar se había quedado dormida.
Unos años después.
Los años pasaron los dos hermanos de Megara habían logrado evadir el destino impuesto por Apolo, aquel par de Daimons se encargaban de robar las almas de las personas de mal corazón, como asesinos y violadores, sin embargo Meg era diferente ella no podía asesinar a nadie su corazón era puro, bondadoso, amable. Pero nadie huye mucho tiempo del destino sin que este te alcance y el de Megara había llegado. Enamorada de un hombre, ella deseaba vivir mas allá de su vigésimo séptimo cumpleaños, convencida de que la única forma de ello, era tomar las almas de los humanos en su pecho, dejando de ser un Apolita y convirtiéndose en algo que se denominaba Daimon.
-¿Qué aras cuando aquel hombre al que tanto amas te vea desintegrarte frente a sus ojos?- Pregunto Maya la hermana mayor de Megara.
-Déjala Maya, es su decisión y debemos respetarla- Respondió Mildan el segundo hermano.
-Bueno, si cambias de opinión, búscanos Meg sabes que estamos con tigo pase lo que pase-
Ambos hermanos desaparecieron en las penumbras de la noche, la luna que menguaba en el cielo comenzó a ser tapada por densas nubes que parecían anunciar la catástrofe que estaba por desatarse. -¿Qué debo hacer?- la bella Apolita se quedo sentada a las afueras del pequeño pueblo donde vivía, recargada en el mismo árbol donde hacía años había llorado la muerte de su madre. –Me pregunto si Aron me seguiría amando igual, si supiera lo que soy-
- Spoiler:
Megara soltó un suspiro cuando gritos comenzaron a escucharse por todo el pueblo, inmensas llamas se alzaban quemando las casas de aquel pequeño pueblo Apolita, la noche estaba siendo iluminada por el fuego que amenazaba con consumir todo a su paso. –Que está pasando- Musito la joven quien corriendo hacia su pueblo miro con terror a varios de sus familiares degollados mientras otros corrían envueltos en fuego.
-Ahí esta otro- Dijo un hombre, señalando a Megara.
-¡Vamos no dejen a ninguno de estos demonios vivos!- Grito otro hombre quien era seguido en un eco por muchos más.
-Pero… pero-Megara sintió que el aire le faltaba cuando vio entre aquella muchedumbre a su tan amado Aron, quien sostenía en su mano una espada bañada en sangre. –Aron… tu…-
-No es nada personal Meg, solo quiero limpiar el mundo de demonios como tu-
-Pero que tonterías dices, mi pueblo no es malo y mucho menos somos demonios. Detente- Dijo Megara mientras las lagrimas escurrían por sus mejillas.
Aun cuando los Apolitas habían sido bendecidos con poderes psíquicos y fuerza superior a la humana ellos eran pacíficos y bondadosos, no usaron sus habilidades para defenderse y a cambio estaban muriendo a manos de los seres humanos que crean ingenuamente que ellos eran una amenaza. Siendo sujetada por los brazos Megara vio con pánico como el hombre al que había amado con todo su corazón se acercaba a ella con un cuchillo dispuesto a asesinarle.
-Yo te amaba, … yo hubiese hecho cualquier cosa por ti…-
-Muy amable de tu parte linda, pero para tu información yo ya estay comprometido con una mujer que no es un asqueroso chupasangre como tú, jamás te ame a decir verdad jamás podría amar a un monstruo-
Aquellas palabras hicieron eco en los oídos de la joven, incluso ella podía jurar que algo dentro de ella se había roto para siempre, cerrando los ojos mientras esperaba por la muerte, sintió como la brisa del viento soplo fuertemente a su alrededor liberándola de sus captores quien permanecían ahora en el suelo, muertos.
-¿Estás bien?-
Megara abrió sus ojos al escuchar la voz de su amado hermano, mirando a su alrededor vio a varios hombres muertos y a su hermana sujetando fuertemente a Aron, quien se jaloneaba para liberarse sin éxito alguno. –Escuchamos gritos y vimos la luz del fuego a lo lejos, así que regresamos- Dijo Maya con una media sonrisa.
-Son demonios…-Dijeron varios hombres de los que aun quedaban con vida.
-¿Demonios? ¿Enserio? Nosotros no quemamos aldeas enteras con toda su gente-Gruño Mildan al tiempo que siseaba mostrando sus colmillos. –Ustedes los humanos son seres despreciables, razón tenían mis antepasados en querer extinguirles… pero descuiden yo terminare su trabajo- Mildan se movió mas rápido que una sombra y uno a uno comenzó a matar a todos los humanos, aquellos que intentaban escapar eran atrapados por Maya dejando así solo uno con vida, Aron.
-Lo matamos por ti si no te sientes con suficiente valor Meg- Dijo Mildan sonriéndole a su hermana.
-Vamos preciosa, el no merece tus lagrimas, mira lo que le ha hecho a nuestro pueblo natal, mira lo que te ha hecho-
Megara se quedo ahí de pie, pensando que aria, de tomar la vida de Aron ella dejaría de ser apolita, viviría mas allá de los 27 años. Ella debía matarle, quería hacerlo pero algo dentro de ella se negaba fervientemente. –Por favor Meg, amor, yo solo cumplía ordenes, no me mates, no dejes que me maten- Suplicaba Aron.
-Cállate bastardo, no te hemos dado permiso de hablar, no podrás hacer nada para evitar morir en este lugar- Gruño Mildan
-Si bueno ustedes tampoco podrán hacer nada para evitar morir aquí- Dijo otra voz detrás de ellos. Un hombre de cabellos castaños y ojos negros salió de la nada blandeando una espada, decidida a acabar con las vidas de los dos Daimons ahí presentes.
-¿Quién eres tú?- Cuestiono Maya al nuevo invitado
-Mi nombre es lo de menos, pero si los hace sentir feliz, soy un Dark Hunter y hoy morirán-
Un par de siglos Después…
Megara caminaba por entre las calles de un pequeño pueblo, ella podía escuchar el latido del corazón de su enemigo, había esperado este momento por varios siglos, incluso podía saborear la venganza, durante años había tenido pesadillas, con el día en que sus hermanos habían muerto a manos de aquel Dark Hunter, aun podía escuchar sus gritos de dolor, limpiando la lagrima que escurría por su mejilla, le vio, finalmente había encontrado al cazador oscuro y era momento de ajustar cuentas.
Ayudándose de sus poderes Megara hizo que una densa neblina comenzara a envolver las calles, acto seguido salto sobre el D.H quien habilidosamente le había evadido.
-Yo ¿te conozco? Creo que te he visto en algún lado…-
-Qué bueno que me recuerdes, porque yo jamás te he olvidado-
-Tú eres aquella jovencita, la del el pueblo Apolita en llamas, oye lamento lo que paso ese día, te lo dije entonces y te lo digo ahora. Era mi trabajo-
-¡Cállate! Mis hermanos eran buenos, ellos no lastimaban a ningún humano que no se lo mereciera… y tú los mataste, mataste lo único bueno que me quedaba… así que a cambio me cobrare con tu vida.-
-Bien, pero ya que ahora eres un Daimon sabes que debo matarte.-
-Quisiera ver que lo intentes- Gruño Megara.
****
Soltando su espada en el piso, Megara se recostó en su cama ella quería llorar, sin embargo las lagrimas ya no salían de sus ojos, incluso ya no sentía nada, ahora todo era vacio, nada tenia importancia, todo era frialdad. Cerrando sus ojos dejo que la tranquilidad la inundara sus pensamientos se remontaron al día en que había visto morir a sus hermanos, ellos la miraron con dulzura una última vez, mientras el imbécil de Aron reía alegrado al ver que ya no estaba en peligro, claro que la sonrisa le había durado poco, ella le había seguido por días y cuando había tenido la oportunidad le había torturado de la forma más dolorosa posible antes de asesinarle robando su alma.
-Megara… necesito que vengas-
La Daimon se incorporo en su cama al escuchar la voz de su señora llamándole, Apollymi era una de las ultimas diosas atlantes, ella había dicho al pueblo Apolita como vivir mas allá de su vigésimo séptimo cumpleaños y no solo eso ella era la autora del hundimiento de la Atlántida, más de uno en el panteo griego le temía, no por nada era la destructora.
-Estaré ahí en un momento, mi señora- Respondió Megara con una sonrisa, aun no podía olvidar el primer día que había visto a Apollymi e Stryker, ella se encontraba llorando la pérdida de sus hermanos y maldiciendo a Apolo cuando…
-Yo soy una persona buena, mis padres y mis hermanos lo eran… nosotros no te hicimos nada y aun así nos condenaste a vivir este infierno, te maldigo Apolo, a ti y a todo tu panteón juro que si un día tengo la oportunidad me bañare en tu sangre-Gritaba Megara con furia, al tiempo que toda aquella bondad y dulzura se evaporaba de su corazón dejando solo frialdad, maldad, odio.
-Una promesa interesante- Dijo un hombre alto y musculoso acercándose a Megara.
Stryker era un líder nato, con razones más poderosas para odiar a Apolo y para ella era un honor que la hubiera tomado en cuenta para tal hazaña, el la había sacado de su miseria, le había entrenado y muy bien para poder erradicar a la raza DH.
-Mi señora, ella es la Daimon de quien le hable- Decía Stryker a Apollymi
-A mi me parece común y corriente-
-Mi señora, en realidad lo soy, lo único que me diferencia de mis demás hermanos Daimons es la sed de venganza por querer la cabeza de Apolo y de todo su panteón-
Apollimy había sonreído ampliamente al escuchar tal cosa, y después de varios siglos incluso se había convertido en una de sus soldados más importantes y de más confianza. Incluso Megara no solo le respetaba, le quería como una especie de amiga, y algo debía estar mal con ella para verla de esa forma, al final todos en Kalosis le temían ella era la diosa de la muerte y la destrucción, pero para Megara era la deidad por la que daría su vida, protegiéndole, sirviéndole y su diosa lo sabía.
Hace una semana...
Megara se encontraba caminando por la sala de la destructora, cuando sintió una gran energía rodearla y azotarla contra la pared, inmediatamente la sangre comenzó a emanar de su boca y un dolor intento a recorrer su cuerpo. Aquello solo significaba una cosa, su querida Akra estaba jugando con ella, sacando un poquito de su estrés, de haber estado del mal humor, bueno mas de un hueso se le abría roto con tal ataque.
-Sigo sin entender esa fascinación tuya por teñirte el pelo- Dijo Apollymi con una media sonrisa.
-Mi señora y sus recibimientos tan cálidos-Pensó Megara mientras se levantaba y le sonreía a su diosa, inclinándose ante ella. -Bueno el rubio no me gusta, sin ofender mi señora, mi madre siempre me dijo que mis cabello era como los rayos del sol, y tomando en cuenta lo mucho que odio a Apolo, prefiero ver mi cabello rojo como la sangre, cada que me miro al espejo-
Apollymi rió -¿Y no pudiste escoger otro color? castaño, rosa, azul... Así me recuerdas a cierta zorra pelirroja a la que deseo descuartizar lentamente-
-¿A su nieta?-
Apollymi la fulmino con la mirada
-Lo siento Akra, fue una bromita-
La destructora, chasqueo los dedos e iluminando a Megara le dedico una media sonrisa. -Tómalo como un regalo, ya no tendrás que gastar en tintes, ademas que así no querré descargar mi estrés en ti cuando entres por la puerta, pensando que eres esa zorra pelirroja-
-Muy amable como siempre Akra, pero dudo que me haya llamado para hablar de mi pelo-
La bella diosa sonrió amplia mente, en sus ojos la sed de destrucción se reflejaba, lo que fuese que ella planeaba seguro era caos, sangre y muerte
HABILIDADES
Agua
Megara posee la habilidad de manipular el agua, así mismo puede crear esferas de dicho elemento, olas de tamaño considerables etc., a partir de la humedad que existe en el aire. También puede crear densa neblina que abarcaría algún par de cuadras a la redonda y que normalmente usa para asechar a sus presas o enemigos, de igual manera le sirve para desorientarlos y poder tomar ventaja a la hora del combate.
Hielo
A partir del Agua, la Daimon puede solidificar dicho elemento para usarlo como arma y cualquier otro instrumento que se le ocurra.
GUSTOS
*El chocolate
*Dormir mucho
*El olor a sangre y la sangre
*Las almas de personas fuertes
*Descuartizar lenta y dolorosamente a su rival.
*Jugar con su comida (Humanos o weres a cualquiera que planee quitarse su alma)
*Las armas de fuego y las espadas
*Ama su moto y vestir de negro.
*Cuestionar las ordenes de los demás (Solo las de Stryker... no es tan tonta como para cuestionar a la Destructora)
*Tocar la guitarra
*Jugar video juegos (pero nadie conoce ese pasatiempo)
*Ir al cine.
DISGUSTOS
*Los mentirosos
*Los hipócritas
*El deshonor
*Que le arrebaten su comida
*Que su comida corra (Humanos y weres)
* Que le lleven la contra
*Los vegetales
* Que cuestionen sus ordenes
EXTRAS
*Posee una bella espada, regalo dado por Apollimy
- Spoiler:
- Spoiler:
*Tiende a usar una frase característica cada que mata a un DH y esta es: Crees que la oscuridad es tu aliada, pero tu solamente la adoptaste, yo nací en ella, deje que me moldeara, yo no ansió ver la luz, porque se que solo me causara ceguera.
Última edición por Megara el Sáb Dic 29, 2012 12:44 pm, editado 1 vez
Megara- Mensajes : 48
Re: Ficha de Megara
Tu ficha ha sido Aceptada.
Bienvenida al lado de los Daimons
Ten presente siempre...
Si se te descubre traicionándonos con algún bando o persona que sea enemiga serás cazado como el vil traidor que eres, para darte muerte, claro no sin antes haberte torturado como se debe.
Bienvenida al lado de los Daimons
Ten presente siempre...
Si se te descubre traicionándonos con algún bando o persona que sea enemiga serás cazado como el vil traidor que eres, para darte muerte, claro no sin antes haberte torturado como se debe.
Artemisa- Diosa de la Caza y la Luna
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