Zehennem Anstanx Kattalakis :: Centinela Lyko Arcadio.
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Zehennem Anstanx Kattalakis :: Centinela Lyko Arcadio.
Nombre
Zehennem Anstanx Kattalakis
Apodo
Zehen / Zéh / Ans.
Edad
521 Años
Edad Aparente
21 años
Nacionalidad
Inglés
Género
Masculino
Sexualidad
Heterosexual
Raza
Were-Hunter Lykos > Centinela Arcadio
Afiliación
Neutral
Profesión
licenciado de la universidad de Oxford en Economia (empresario).
Iniciado en artes espirituales y filosoficas ocultas. Maestro titulado de artes marciales. Actualmente trabaja como sicario
. Iniciado en artes espirituales y filosoficas ocultas. Maestro titulado de artes marciales. Actualmente trabaja como sicario
Apariencia Humana
- Spoiler:
Apariencia de Lobo
- Spoiler:
Personalidad
Zehen, "el hijo del viento". así lo llamaban todos sus amigos, y no era precisamente porque su hermana manipulara este elemento, sino más bien por su personalidad.
en el mundo secular, frente a los humanos comunes y corrientes, incluyendo a su familia, es un tipo de persona Impredecible, rebelde, libre y extrovertido, casi rozando la Anarquía. Siempre bromeando, ligando con las chicas, de juerga con los amigos, causándole dolores de cabeza a su hermana y metiéndose en uno que otro lío. esta parte de su personalidad, su cascarón, nació a partir de la agobiante y vigilada infancia que tuvo a manos de su abuela.
Por otro lado es un chico sincero, leal y bondadoso, pero solo con quienes se lo merecen, es decir, solo una persona según él; Alice, su hermana mayor.
a través de sus cientos de viajes por el mundo supo encontrarse a si mismo, aprendiendo de grandes sabios, y así conoció su verdadero yo, tanto en cuerpo, mente y espíritu.
su contra cara o su lado más oculto es aquel que ven sus enemigos, sus victimas, o uno que otro desafortunado que lo encuentra encabronado, hambriento o borracho.
Es un ser frió y sin bondad, sanguinareo y reacio a los sentimientos de piedad. matar es como un hobbie, una obsesión. es tanto su gusto por la sangre que en secreto colecciona huesos de sus victimas, y muchas veces a creado esqueletos completos con huesos de diferentes personas.
le molesta la mentira, la soberbia, la envidia y la traición. no le gusta trabajar en equipo y no soporta las mujeres insistentes.
su máximo sueño es matar a un dios, aunque de igual manera llevarse una diosa a la cama no estaría mal, según él.
en el amor no cree, aunque lo conoce, y por esas mismas cicatrices que dejó tal sentimiento en su corazón es que hace caso omiso a cualquier señal que la vida le de con alguna chica, para él solo es el presagio de un largo y doloroso olvido.
en el mundo secular, frente a los humanos comunes y corrientes, incluyendo a su familia, es un tipo de persona Impredecible, rebelde, libre y extrovertido, casi rozando la Anarquía. Siempre bromeando, ligando con las chicas, de juerga con los amigos, causándole dolores de cabeza a su hermana y metiéndose en uno que otro lío. esta parte de su personalidad, su cascarón, nació a partir de la agobiante y vigilada infancia que tuvo a manos de su abuela.
Por otro lado es un chico sincero, leal y bondadoso, pero solo con quienes se lo merecen, es decir, solo una persona según él; Alice, su hermana mayor.
a través de sus cientos de viajes por el mundo supo encontrarse a si mismo, aprendiendo de grandes sabios, y así conoció su verdadero yo, tanto en cuerpo, mente y espíritu.
su contra cara o su lado más oculto es aquel que ven sus enemigos, sus victimas, o uno que otro desafortunado que lo encuentra encabronado, hambriento o borracho.
Es un ser frió y sin bondad, sanguinareo y reacio a los sentimientos de piedad. matar es como un hobbie, una obsesión. es tanto su gusto por la sangre que en secreto colecciona huesos de sus victimas, y muchas veces a creado esqueletos completos con huesos de diferentes personas.
le molesta la mentira, la soberbia, la envidia y la traición. no le gusta trabajar en equipo y no soporta las mujeres insistentes.
su máximo sueño es matar a un dios, aunque de igual manera llevarse una diosa a la cama no estaría mal, según él.
en el amor no cree, aunque lo conoce, y por esas mismas cicatrices que dejó tal sentimiento en su corazón es que hace caso omiso a cualquier señal que la vida le de con alguna chica, para él solo es el presagio de un largo y doloroso olvido.
Historia
1° Parte:
- Spoiler:
- De todos los panteones aquel liderado por Zeus, el Dios del trueno, es el que más daño ha hecho a la humanidad, quienes los siguen admirando sin saber que los causantes de sus males provienen y provendrán de aquellas entrañas griegas. Infantiles, soberbios, estúpidos, débiles, miedosos tantos adjetivos se les podrían atribuir pero sin duda alguna el que mejor les quedaría seria aquel denominado “Crueles"; la crueldad aunada al arrebato convirtieron el mundo de los mortales en un lugar dónde cada día podría ser el último, dónde no todo es lo que parece, dónde existen criaturas que podrían hacer temblar hasta al más valiente de las deidades… pero sobre todo donde el desconsuelo habita en cada uno de los corazones de aquellos que han nacido bajo tal yugo. De tantas historias, esta es solo una de las muchas vidas que los griegos volvieron miserables… todo comenzó con la llegada del Allagi.
El día del Allagi, en ese instante una nueva raza se irguió; un momento en que la gente dejo de ser gente y los animales dejaron de ser animales. Ese día, fue el nacimiento de los Were-Hunters. El rey Lycaon de Arcadia, desato la furia de Los Destinos, al negarse a perder a sus dos hijos. Sin saberlo se había casado con una mujer Apolita, una raza maldecida por Apolo que morían horriblemente a la edad de 27 años. Él era un hechicero, y con su magia y determinación decidió ir en contra de la voluntad del destino. Así fue como después de muchos experimentos con animales y magia dio origen a los Were-Hunters. Para sus hijos, puso la mayor parte de su magia dotándolos de habilidades que superaban por creces a los otros por ello los unió a dos de los animales más fuertes: Un Dragón y un Lobo. El rey estaba orgulloso, de que ahora sus hijos vivirían mucho más que los humanos, y tendrían muchas más habilidades que cualquier otra raza; esto hizo molestar a Los Destinos quienes le exigieron que diera muerte a los engendros pero este se negó… por lo que Clotho proclamo “Nunca habrá paz entre tus hijos; Ellos pasarán la eternidad odiando y peleando hasta el día que no respiren más.”
Dos lados de una misma moneda, las dos especies deberían haber estado en paz. En cambio, las diosas enviaron la Discordia para plantar la desconfianza entre ellos. Los Arcadianos se sintieron superiores a sus primos animales. Después de todo, ellos eran la gente con la racionalidad humana, mientras los Katagaria eran sólo animales que podían tomar la forma humana. Los Katagaria aprendieron rápidamente que los Arcadianos no eran honestos sobre sus intenciones y que dirían una cosa, luego harían otra. A lo largo del tiempo, los dos grupos se han atacado el uno al otro mientras cada lado tomaba la razón moral como propia.
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El cielo nocturno se extendió poco a poco trayendo consigo a las beldades estrellas que resplandecían con euforia para captar las miradas de aquellos que estaban bajo ellas, y también para tomar protagonismo antes de que la más bella habitante del firmamento hiciera su aparición. Con el paso de los minutos aquel satélite atribuido a Artemisa se posiciono en lo más alto opacando con su extraordinaria magnificencia a sus pequeñas acompañantes. Esa noche la luna parecía brillar con mucha fuerza, como si tuviera la necesidad de ser, más que nunca, el centro de atención.
La luz de la luna alumbrada el sendero de aquellos que aún no se arropaban bajo los brazos del dios del sueño y sus hijos, aquellos maldecidos por Zeus y obligados a permanecer sin sentimientos, vagando por el mundo irreal de la somnolencia. La tranquilidad que albergaba aquella zona de la antigua, muy antigua, parte de Inglaterra solo podía tomarse como presagio de que algo muy malo estaba a punto de suceder, ya que los Dioses nunca dejan que los “marcados” disfruten de la paz.
Cerca de un riachuelo, un hombre de rubia cabellera, recogía agua; su expresión de preocupación aunada a la forma tan territorial que emanaba por cada poro de su cuerpo hizo que ningún animal, que ni siquiera el viento, se atreviera acercarse a él. Luego de llenar su vasija de todo el agua que pudo, desapareció como por arte de magia… cómo si su sola estancia ahí fuese sido una ilusión.
Pocos segundos después apareció en la entrada de una cueva, una cueva ubicada en medio de la nada, entre acantilados y de difícil acceso. Su mirada viajo por cada centímetro desde su frente hasta su posterior para asegurarse de que nadie lo fuese seguido. Él había sido marcado por los Arcadios Centinelas para ser ejecutado años después de pasar la pubertad. Se trababa de un Katagari Lykos, hijo del regi de los de su rama lo que lo convertía en un lobo peligroso sin contar sus habilidades para con la magia. Alistar, así le llamaron su madre y padre al momento de nacer; había matado a cientos, no, a miles de Arcadios que se atrevieron a cruzarse en su camino; de todos los Katagari él era el que más odiaba a sus primos los apestosos con corazones humanos pero un día todo cambio…
Con pasos alargados, y hasta veloces, franqueo la entrada de la cueva; su corazón latía vertiginosamente, estaba preocupado pero todo se esfumo cuando vio a aquella hermosa mujer de largos cabellos negros que, con la tenue luz de la fogata, parecían verse de tono morado. Ella le sonrió dulcemente haciendo que olvidara todo.
- Has regresado muy pronto… - comento sin dejar de sonreírle; para cuando su voz termino de salir de sus labios, ya Alistar se encontraba a su lado.
- Para mí ha sido todo lo contrario – le respondiendo mientras dejaba la vasija en el suelo y la ayudaba a sentarse – He traído el agua, bébela – le recomendó, levantando el recipiente hasta los labios de su amada que no dudo en beberse casi todo el líquido que contenía - ¿Y que no tenias sed? Creo My Lady que me ha mentido… - le hablo mostrando una sonrisa traviesa.
- ¡Oh, no! No he sido yo… - dijo ella intentando parecer indignada – Eran ellos quienes han de pronto exigido agua – pronuncio llevando ambas manos a su abultado vientre.
- Entonces tenemos a varios caprichosos por aquí – sonrió llevando sus labios al vientre de su amada esposa para luego besarlo; ahí dentro descansaban sus hijos, sus pequeños cachorros que pronto llegarían a ese mundo.
Alistar se quedo cerca de la mujer, cobijándola con sus brazos y dando calor así a su familia. Habían estado huyendo por varios años, pero al quedar su esposa preñada tuvieron que disminuir sus movimientos haciéndolos vulnerables a aquellos que los estaban cazando. Él sabía que debía ser cuidadoso porque si bajaba su guardia aunque fuera un segundo “Ellos” los encontrarían y todo estaría acabado. Su padre jamás le perdonaría el haberse emparentado con una Arcadia y muchos menos con la Arcadia hija de la Regi de los de su rama en el Omegrión; esa mujer era mala, pero Lahel… Lahel era todo lo contrario a lo que él había conocido, ella era una loba dulce, muy diferente a las Lobas Katagari con las que pasaba el rato en su manada y fuera de esta.
Se conocieron por error cuando se cruzaron en un pueblo humano por comida, desde ese entonces él no pudo sacársela de la cabeza… y ella tampoco a él. Con el paso de los meses, y contra todo pronóstico se hizo amigo de la Loba Arcadia; ambos se llevaban bien, era como si hubiesen nacido para estar el uno con el otro pero eso era ridículo ya que era imposible; y más aun imposible siendo sus padres los Regis de su raza. Sin darse cuenta un día cedieron a la tentación, o mejor dicho dieron rienda suelta al amor que se sentían… poco después y como una cruel jugada de los Destinos, quedaron emparejados. Lo que causo que ambas manadas los persiguieran para matarlos por haberse atrevido a ligarse, sobretodo la Arcadia. Resultaba curioso, pero ni al padre de Alistar ni a la madre de Lahel le importo el hecho de que sus dos hijos estuvieran emparentados, que estuvieran destinado; solo deseaban ver muerto al que consideraban “traidor”.
Consumido por el cansancio, Alistar cayo dormido volviendo inmediatamente a su forma natural, la de lobo, un hermoso lobo blanco. Lahel busco una mejor manera de apoyarse de su esposo, su suave pelaje le daba la calidez que ella nunca sintió en su manada… en momentos como ese deseaba haber cambiado en la pubertad a Katagari, así el estar con Alistar no sería tan terrible ni penado por sus compañeros.
De pronto un fuerte dolor recorrió su vientre, jamás había sentido algo así; trato de respirar para intentar controlarlo pero el dolor era más fuerte que ella haciéndola soltar un fuerte gemido causando que Alistar se levantara abruptamente fijando sus orbes verdosos sobre su esposa y la expresión adolorida de esta.
- Vienen… los… cachorros – comento Lahel tomando su vientre; ese dolor solo podía significar eso… sus hijos querían nacer. Alistar rápidamente cambio de forma, y luego hizo destellar ropa sobre su cuerpo y varias mantas para ayudar a su esposa a estar más cómoda mientras tenia a sus bebes.
Las contracciones fueron dando paso a pequeños bebes lobos y humanos; en total habían cuatro fuera del vientre, dos de ellos Katagaris y dos Arcadios. Alistar nunca había atendido un parto, estaba nervioso pero al ver a sus pequeños cachorros la felicidad lo inundo dándose cuenta que a pesar de todo lo que Lahel y él habían pasado aun podían ser muy felices con sus hijos; no necesitaban de una manada… estarían bien mientras estuvieran juntos. Solo faltaban dos más por salir, él el despiadado asesino Katagari tendría seis hermosos cachorros… era para no creerlo.
Antes de sacar a su quinto hijo, un olor conocido penetro sus fosas nasales haciendo que su piel se erizara y maldijeran a las brujas del Destino. Se trataba de parte de la manada de su esposa liderados por su suegrita; los habían encontrado y ese era el peor momento para ser hallados. Lahel también olfateo a su madre, sabía que ella no iba a dejar a Alistar ni a los cachorros, que habían nacido como lobos, vivir.
- Alistar… - susurro Lahel con mucha preocupación, en su estado ella no podía hacer nada ni para ayudar a Alistar ni a sus pequeños hijos.
- No te preocupes me encargare… tu continua con el parto – le dijo levantándose rápidamente para acercarse a ella y depositar un suave beso en su mejilla – No dejare que nada les pase… aunque tenga que dar mi vida para ello – musito para luego destellar hacia la entrada de la cueva, dónde estaban los Arcadios esperándolos.
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Al aparecer, lo primero que vio fueron los orbes azules llenos de odio y de más profundo asco de su suegra. ¿Cómo esa mujer podía ser tan mala? No lo entendía pero si algo sabía bien era que no dejaría que pusiera sus apestosas manos encima de su Lahel y sus cachorros.
- Lárguese… - dije en forma de gruñido Alistar cómo si se encontrase en su forma de lobo.
- ¿Te atreves a gruñirme a sabiendas que estás muerto? Al parecer no solo tienes corazón de animal sino el cerebro de uno… - dijo con tanta soberbia que Alistar quería saltarle al cuello y arrancárselo de una sola mordida – Mátenlo… que no quede nada de él – dijo la mujer haciendo que todos los Arcadios Centinelas que había traído con ella saltaran sobre él.
Alistar peleo con todas sus fuerzas, no le importo estar en clara desventaja no se dejaría ganar, no podía darse el lujo de perder porque no solo su vida estaba en juego sino la de su amada familia. Sin poder evitarlo la madre de Lahel entro a la cueva, Alistar destello a lobo tratando de quitarse a todos los enemigos de encima para poder correr al lado de su esposa pero no pudo...
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Agatha camino con determinación hasta llegar a dónde su primogénita estaba dando a luz a los engendros; ella fuera sido muy feliz si esos cachorros fueran de un emparejamiento Arcadio-Arcadio pero no, su hija, su estúpida hija tuvo que encapricharse con un repugnante Katagari; solo por eso ella ya no era su hija… solo por eso merecía la muerte.
- Madre… vete… por… favor… déjanos… tranquilos – suplico Lahel mientras en su cara el dolor del parto era visible, ella estaba tan indefensa que no podía ni levantarse para cuidar a sus cachorros y mucho menos para sacar a los dos que aun seguían dentro de su vientre.
- No vuelvas a llamarme madre, ¡Ya no eres mi hija! – le grito al tiempo que su vista caía sobre los cuatro bebes que estaban cerca de Lahel - ¿Cómo te atreves a dar a luz a Katagaris? Eres una vergüenza, Lahel… - le recrimino con todo el rencor que en ese instante la dominaba.
- Madre… - susurro Lahel mientras su trabajo de parto continuaba, no podía detenerse… si lo hacía sus cachorros, los que aun seguían dentro de su vientre podían morir.
- ¡Detente ya! – grito enfurecida Agatha para destellar y aparecer al lado de su hija, luego y sin darle oportunidad de reaccionar puso con todas sus fuerzas su pie derecho sobre el vientre de Lahel, provocando que un fuerte grito dejara los labios de la misma – Deja de avergonzarme, deja de traer a esos malditos katagaris a este mundo… - pronuncio y con cada palabra pisaba más y más fuerte aquella parte del cuerpo de su hija acabando con la vida de dos inocentes cachorros.
- ¡Madreeee! – grito Lahel entre lagrimas tomando el tobillo de su progenitora para evitar que siguiera pisando su vientre pero era tarde, ella pudo sentir como sus dos cachorros habían muerto dentro de ella - ¡Eres un monstruo, madre! – escupió tratando de ponerse de pie, ahora debía proteger a los que habían nacido aunque no estuviera en las condiciones para hacerlo.
- ¿Monstruo? No me hagas reír, los únicos monstruos asquerosos aquí son tu esposo Katagari y tus engendros katagaris – escupió despertando la ira en Lahel que por primera vez en toda su vida se lanzo contra su madre con las más claras ganas de matarla, era la única forma de salvar a sus cachorros y a Alistar. Lamentablemente su estado era delicado por lo que Agatha pudo evitarla sin mucho esfuerzo y además propinándole un golpe que la hizo caer de rodillas ante ella - ¿Qué demonios te hizo ese bastardo, no entiendo Lahel? – le exigió tomándola por el cabello y jalándoselo con tanta fuerza que sintió como algunos mechones se quedaban en sus manos.
- Aunque te lo explicara jamás lo entenderías… porque estas podrida por dentro, nunca entenderás lo que significa realmente el amor o estar emparejada con alguien al que amas más que a tu propia vida… - musito sintiendo como la sangre dejaba su cuerpo por la zona por donde sus cachorros habían salido.
- ¿Amor? No seas ridícula, nos emparejamos para tener más de nosotros para no extinguirnos… por no seguir esa simple línea ahora tu vida se esta apagando y pronto la de tus cachorros – dijo soltándola y pasando a su lado hacia donde los bebes y los lobitos lloraban; Agatha hizo destellar una daga en su mano, ella no iba a permitir que esos engendros vivieran… los mataría, por lo menos a los que habían nacido como lobos.
Lahel supo en el instante en que su madre había soltado su cabello, que antes de asesinarla mataría a sus cachorros frente a ella. Sacando fuerzas de dónde no tenia se levanto y se lanzo sobre Agatha; ambas forcejearon pero al final su madre tenía en ese momento más fuerza por lo que termino clavando el arma justo en el corazón de su hija.
- Madre… - murmuro Lahel cayendo, otra vez, sobre sus rodillas mientras su mirada veía horrorizada como la daga de su madre descansada sobre su corazón, ella quien le dio la vida ahora se la quitaba… era de muchas formas irónico – Por favor madre… no mates a mis hijos… te lo suplico – dijo con su último suspiro al tiempo que las lágrimas volvían a invadir su hermoso rostro…
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Alistar había vencido a la mayoría, ningún Arcadio ningún centinela tocaría a su familia… él no lo permitiría. Se lanzo sin pensarlo contra el más cercano atacando directamente su garganta y dándole una muerte rápida, al acabar gruño a los que quedaban. Como el animal que era podía sentir el miedo que recorría a sus rivales, los arcadios por alguna razón siempre habían sido cobardes y esa noche se lo demostraban más que nunca, la única excepción era su amada Lahel y sus pequeños hijos; por ellos debía apurarse y matarlos a todos… Agatha sería capaz de matarlos si él no llegaba pronto a socorrerlos.
De pronto sintió un profundo dolor en su corazón, como si alguien fuese clavado algo realmente filoso sobre él; al bajar su mirada para comprobar si alguno de sus contrincantes había utilizado algún sucio truco se dio cuenta que no había nada, nada que pudiese causarla tal dolor fue entonces cuando su respiración empezó a entrecortarse y supo que estaba muriendo, no por haber sido herido en la batalla sino porque su amada esposa había sido asesinada por su propia madre.
Con un fuerte aullido, que reflejaba todo su dolor y frustración destello rápidamente dentro de la cueva para encontrarse con la imagen de Lahel tirada en el suelo con una daga en el pecho y su madre viéndola morir sin hacer nada para intentar salvarla. Fuera saltado sobre la bastarda de su suegra y hacerla pagar por tal acto pero no tenía tiempo, solo pensaba en llegar al lado de su amada y morir a su lado.
- Alistar… lo… lo siento… - musito llevando sus manos al hocico de su marido, llenando su pelaje blanco de sangre luego sus ojos se cerraron y sus manos cayeron hasta chocar con el piso.
Alistar soltó otro fuerte aullido, que retumbo por toda la cueva dejando un eco tan triste como aterrador. Pocos segundos después él también cayó muerto al lado de ella, sin poder hacer nada más por sus cachorros. Agatha aún no podía creer lo que sus ojos veían; su hija había muerto y Alistar también, lo que significaba que los dos estúpidos unieron sus vidas. En ese momento se dio cuenta que sus dos hijas eran realmente inútiles, no sabían hacer nada bien; Lahel unida a un Katagari y ahora muerta y Lacie sumergida en su luto por la muerte de su pareja años atrás.
- Se lo merecen por tratar de ir en contra del destino – escupió deshaciéndose de toda culpa que pudiese haberla invadido, su verdad era absoluta ellos tarde o temprano terminarían así por ir contra las reglas, por ir contra su naturaleza. Ahora solo quedaba una cosa y era matar a los cachorros para terminar con todo ese show.
Agatha se acerco hasta donde los bebes chillaban; pudo ver el hermoso pelaje de uno de los lobitos, era tan negro como la noche exactamente igual al de Lahel. Hizo destellar una sabana donde tomo a los dos que eran humanos, no había razón para matarlos ya que eran Arcadios y no Katagaris, pero a los dos lobos si los asesinaría; ella como Regi Arcadia no podía dejar que los Katagaris siguieran aumentando su número, eran una amenaza y debían ser exterminados. Levanto su pie, los desagradables lobos morirían aplastados como sus dos hermanos que no lograron salir del vientre.
- No te atrevas a hacerlo, Agatha – una profunda voz recorrió toda la cueva, haciendo que la mujer se congelara del miedo; ella no tenia que voltear para saber a quién pertenecía tan escalofriante esencia – Quedándote con los que nacieron como humanos, y matar a los que nacieron como animales… cuando creo que no puedes ser más baja y traicionera… lo eres – la superioridad que mostraba su tono hizo enojar a la mujer haciéndola voltear para encontrarse con aquel animal.
- ¡Cállate! Si fueras sido tu el que llegara antes, harías lo mismo pero con los que nacieron como hombres… - se defendió alzando su barbilla en forma de soberbia – Lo hecho, hecho esta… no tengo nada más que hacer aquí… - sentencio desapareciendo de la cueva con ambos cachorros Arcadios.
El hombre, que se veía exactamente igual a Alistar, se acerco a donde el cuerpo de este yacía muerto. A diferencia de Agatha él si sentía la muerte de su hijo. Jamás quiso que terminara así pero ya no había nada que hacer. Ahora solo quedaban sus cachorros Katagaris, y él se encargaría de cuidar de sus nietos. Calixto hizo destellar el cuerpo de su hijo y el de Lahel para enterrarlos apropiadamente luego se acerco donde los dos pequeños lobitos chillaban, cómo si supiesen la perdida que ese día habían tenido. Los tomó por el pellejo, y destello con ellos hacia el lugar dónde su manada se localizaba…
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Lacie se encontraba en su habitación, sentada en un gran sillón que estaba justamente enfrente de una ventana que dejaba ver el horizonte, la lejana tierra que se extendía del campamento dónde su gente vivía. Todo estaba tan tranquilo desde que su madre salió en la búsqueda de su hermana Lahel; al pensar en ella su corazón se entristeció, Agatha nunca la dejaría volver y mucho menos vivir después de haberse emparejado con un Kattagari. Lacie cerró sus orbes, recordando la hermosa cabellera negra de su hermana y su enorme sonrisa cuando le conto que se escaparía con el amor de su vida. Ella titubeo pero como podría detenerla, luego de haber amado a su esposo y perderlo por jugarretas del destino; no, ella debía devolverla la sonrisa a su hermana y desearle la mayor de las suertes en ese sendero tormentoso en el cual se estaba encaminando.
De pronto la puerta de su habitación se abrió estrepitosamente dando paso a su madre; aquel cabello rojizo como el mismo fuego, como la pegajosa sangre ondeaba al tiempo que clavaba su mirada en ella. Lacie escucho el sollozo de dos bebes, los podía oler, y hasta veía el bulto en los brazos de su madre. Por un momento su garganta se achico, pensando lo peor; y más aun cuando el hedor del líquido carmesí de su hermana penetro por su olfato hasta chocar contra su cerebro. Esos niños eran hijos de Lahel, no necesitaba que su madre lo dijera… ella ya lo sabía.
- Estos bastardos son los hijos de tu hermana, tu los cuidaras pero trata de no encariñarte con ellos, quien sabe en su pubertad sigan el asqueroso camino de su padre convirtiéndose en Kattagaris – gruño la última palabra y lanzo a los dos bebes en la cama de Lacie, al instante sus sollozos se hicieron más fuerte.
- ¿Dónde está Lahel? – pregunto temblorosa, sin moverse de su sillón, podía palpar la furia de su madre, lo último que deseaba era volverse el centro de atención de la misma en el estado en que se encontraba, si eso sucedía seguramente lo lamentaría por meses y quizás hasta por años.
- En el infierno, pagando por su crimen – dijo la mujer destellando fuera de la habitación, haciendo que automáticamente Lacie se sintiera menos insegura.
La noticia que acababa de darle su madre era devastadora y más por la forma en que la mujer que las dio a luz se lo comento. A veces Lacie se preguntaba si su madre en vez de corazón tenía un hoyo negro, porque eso explicaría su forma tan despiadada de ser… quizás ni los kattagaria serían tan viles.
El llanto de los dos bebes la sacaron de sus meditaciones, haciéndola ir tan pronto como pudo a la cama, justo donde su madre había lanzando el bulto de sabanas dónde estaban sus sobrinos. Entonces cayó en cuenta de algo muy importante, si eran sus sobrinos significaba que Lahel y Alistar habían sido emparejados, y que quizás hubieran más niños pero si no estaban ahí significaba que nacieron como lobos, y lo más seguro era que Agatha los fuera asesinado; ante la sola imagen de su madre matando a sus propios nietos la piel de Lacie se espeluco.
Con cuidado retiro las mantas que cubrían a los pequeñines descubriendo a dos hermosos bebes, y lo que más la maravillo es que eran una niña y un niño. Ella nunca pudo tener hijos, y siempre había soñado con tener una hembrita y un varoncito y ahora como si el destino le recompensara todas sus miserias le enviaban lo que siempre anhelo, sin embargo había pagado un alto precio: la vida de su hermana.
- Hola pequeñita – le dijo a la niña mientras la tomaba en brazos para intentar calmar su llanto, al verla de tan cerca se dio cuenta que sus rasgos eran muy similares a los de Alistar: cabello rubio, grandes ojos verdosos sin duda alguna ella le recordaría a Agatha al hombre que se había llevado a su hija favorita, por un instante sintió pena por la bebe a la cual le esperaba una vida llena de desencantos.
Lacie dejo a la niña en la cama y tomo al varón, sus fracciones le recordaban a Lahel y sobretodo su cabello oscuro aunque también tenía el aire de misterio que siempre le inspiraba Alistar. Usando su magia hizo aparecer ropitas a ambos bebes, para pensar como los llamaría. Le resultaba difícil colocarles un lindo nombre; de la nada llego a su cabeza el nombre para el niño: Zehennem Anstanx Kattalakis; su significado iba completamente unido a lo que le sugestionaba mientras con la niña fue un poco más difícil, vacilo en ponerle Lahel pero su madre seguramente no consentiría tal nombre por lo que la llamo Alice Hagipherione Kattalakis.
2° Parte:
- Spoiler:
- Infancia.-¡Te dije que los hijos de nuestros sirvientes no son tus amigos!- Exclamó Agatha, la abuela del mal, como le llamaban secretamente él y su hermana Alice. Mientras observaba como su amiguito se marchaba cabizbajo ante la penetrante y odiosa mirada de la pelirroja, Zehen ya pensaba en alguna otra forma de molestar a su abuela; y vaya que siempre conseguía hacerlo.
-¡No juegues con animales dentro de la casa, No manches la alfombra, No enciendas fuego a las cortinas, la comida no se usa como arma, no hables con el jardinero, no juegues con el mayordomo, no saltes sobre el sofá, no juegues con mi ropa, no cantes a mitad de noche, no aúlles antes de la cena, no te comas la carne cruda, no juegues a ser un lobo salvaje!-
Todas esas y más eran las prohibiciones que vivía escuchando Zehen cada día, y aunque disfrutaba ver la cara de odio de su abuela, disfrutaba más cuando esta no tenia puesta su atención en él pues en esos momentos es cuando jugaba con su hermana, y aunque esta siempre fue algo tímida y tranquila, más de una vez consiguió convencerla de seguirlo en sus aventuras y travesuras que se le ocurrían en el momento; como aquel día en que jugaron a la guerra de agua, pero con una matiz diferente. Zehen tuvo la idea de llenar sus juguetes lanza agua con la colección de perfumes de su abuela, derrochando así miles y miles de dólares gastados por ella por tan magna y lujosa colección de aromas únicos y creados desde antes que ella siquiera hubiera pensado en nacer.
Estuvieron castigados tres meses, y obviamente como él fue el de la idea, no tuvo permiso para acercarse al despacho de su abuela nunca más; aunque en realidad nunca fue así.
Su educación estuvo a cargo de profesores particulares, que por cierto renunciaban cada un mes, pues muchos no aguantaban el déficit atencional casi enfermizo de Zehen.
-¡ese niño es un demonio!- era la frase más elegida por cada profesor o profesora a la hora de renunciar. Para suerte de la billetera de su abuela y de su hermana Alice, Zehen descubrió en él una nueva fascinación; los libros.
Era tanta la locura por los libros que cada vez que terminaba uno invitaba a su hermana a caracterizar los personajes que figuraban en cada uno de ellos. De esta forma comenzó a poner atención en sus profesores, y su hermana de paso pudo estudiar tranquila y no vivir un cambio de maestro cada un mes por culpa del chico travieso.
Por otro lado, adoraba a su tía, y aún sabiendo que no era su madre y no tener idea de que había pasado con ella y su progenitor, concebía en esta una figura materna y protectora. Aunque lo único que no le gustaba era su cobardía a la hora de enfrentar a la abuela.
Pubertad y adolescencia.
El tiempo pasó en él y poco a poco se fue convirtiendo en un muchacho más recio, alto y fuerte. Su tía siempre le decía que su parecido a su madre era casi nostálgico, su cabello negro que a veces por el juego de la luz se hacía notar algo violeta era característico de su desconocida madre. Sus ojos negros y profundos como las perlas preciosas eran otra herencia de su progenitora. Pero sus facciones, su físico y cada expresión, cada movimiento e incluso su voz eran por no decir menos idénticas a quien fuera su padre. Cada vez que Alice y él escuchaban a su tía decirles cuanto se parecían a sus padres los ojos de estos se iluminaban de par en par y guardaban en su memoria cada descripción detallada por su tía Lacie.
Su tía siempre atenta a los cambios de ambos, siempre le rogó tener mucha cautela a la hora de elegir un cambio, pues si esté elegía el camino salvaje su abuela no dudaría en acabar con su vida; estaba advertido de la vigilancia de algunos centinelas por si sucedía aquello. Pero al final nada sucedió y aunque la marca de centinela abrió paso en su piel, el nunca hizo uso de tal privilegio, no uniéndose a las filas de estos y solo ayudando cada vez que su hermana debía cumplir con algún deber, de esa manera se aseguraba que ella estuviera segura, de sus enemigos y de su abuela; aunque secretamente dentro de su interior, el gusto por la sangre y la muerte iba incrementando sutilmente.
Durante su juventud aprovecho el dinero de su abuela y estudió ciencias económicas en la universidad de Oxford, Inglaterra. Nadie podía creer que el niño con déficit atencional y amante del desorden y travesuras tenia neuronas para el estudio; los libros, para él la clave fueron estos, y siempre estuvo agradecido de que en su camino se hubieran cruzado con él.
Pasado unos años, 405 para ser exacto Zehen alternaba el tiempo en sus estudios, juergas con los amigos y caserías junto a su hermana, y dentro de estas últimas un evento cambiaría la vida de ambos para siempre.
La rebelión encausada por su hermana en contra de la pelirroja odiosa terminó en el exilio eterno de esta última y el inicio de una nueva era para el pueblo Arcadio, bajo las órdenes de su justa y bondadosa hermana. Fue entonces cuando él, una vez terminados sus estudios, decidió viajar y trazar su camino. Prometió ante su hermana volver, hecho un hombre.
3° Parte:
- Spoiler:
- Las Fases de la luna.
“Nacemos en luna nueva, porque buscamos estar algún día, cara a cara con el sol”
Luna menguante:
Tras titularse de economista y viajar a Estados Unidos para dar sus primeros pasos como empresario, la suerte tocó la puerta de su vida; o más bien de su bolsillo.
Era el año 1897 y la empresa americana Anheuser-Busch, creadora de la cerveza Budweiser, entraba en una seria crisis financiera. Como si estuviera todo destinado para Zehen, fue contratado como Auditor suplente de las cuentas bancarias y excedentes de la empresa.
Con el pasar de las semanas quedó como titular, pues eran tan grandes las deudas y fugas de dinero que su jefe auditor renunció. Zéh no se dio por vencido y puso todo su esfuerzo y dedicación en conseguir sacar las cuentas bancarias adelante. Pasó días enteros en la bolsa de valores, hasta que un día hizo el giro y la apuesta de su vida. Como sabía que si, se equivocaba podía destellar y nadie sabría de él nunca más, invirtió en la bolsa casi el 80% de todo el capital de la empresa; por un minuto estuvo a punto de perderlo todo, pero gracias a su intuición de empresario, triplico las ganancias; se había convertido en un maldito idiota irresponsable, héroe.
Dentro de poco ya era Don Zehennem o señor Kattalakis, y mantenía una estrecha amistad con el dueño de la empresa, un viejito jubilado muy bondadoso, que lo veía como su hijo. Pasaron tres años y durante el invierno de 1900 el fundador de la empresa fallecía. Sin ningún heredero oficial, la compañía entera se vio sorprendida cuando el testamento del viejo dejaba todos los bienes, incluyendo el patrimonio empresarial en manos de Zehennem Anstanx Kattalakis; ahora el chico de ojos negros era millonario.
Tras tan inmenso capital su incursión en lo empresarial siguió profundizándose, llegando a la gerencia de otras grandes cadenas como El Grupo Royal Dutch Shell en el año 1907 en Holanda, Volkswagen de Alemania en 1930, llegando a conocer en persona al mismísimo Hitler o también en corea con la empresa Samsung en el año 1938. Y no solo se quedó ahí, ayudo en la fundación de muchas otras empresas y cadenas internacionales, haciéndose socio honorario de muchas de estas., como por ejemplo Coca-cola o Mc Donald.
Zehen era millonario, y como tal ahora solo debía delegar y delegar, ordenar y y ordenar. La vida ahora le exigía disfrutar y volver a ser el travieso y aventurero que era unos años atrás.
Luna Creciente:
Pasaron los años y Zehen conocía casi todo el mundo a través de fiestas con amigos y una que otra travesura; el mundo se rendía a sus pies, y su dinero. Era el 1889 el punto de encuentro era París, Francia. Zéh andaba de paseo por el barrio artístico de la ciudad, pasando de galería en galería, junto a su amigo iban comentando cada obra, con algunas bromeaban tratando de interpretar los deseos sexuales o bizarros del autor; hasta que Zehen llegó a una galería que lo atrapo de inmediato. Algo en un cuadro lo dejó cautivado, hipnotizado, podía de alguna forma sentir una conexión especial con aquella mano creadora de tal cuadro inspirador. Se acercó a una anfitriona del lugar y preguntó en francés:
-Disculpe mi dama ¿sabe usted el nombre del autor de aquella maravillosa obra?- sonriéndole. Ella algo sonrojada respondió
-Sí, mi señor. Esa obra llegó a nuestra academia en el año 1830, fue donada anónimamente con el fin de sacar adelante nuestra labor, estábamos casi en quiebra. Vendimos algunos cuadros de tal persona, pero este, el más hermoso, quedó como recuerdo. –contestó sonriéndole.
-ya veo, y dígame, mi dama- se acercó lentamente a ella, mientras las mejillas de ella se ruborizaban. – según su experiencia el autor ¿podrá ser mujer? – le sonrió mientras miraba sus labios.
-e-eh,- mojaba sus labios- mi señor, según todos creen aquí, debería tratarse de una mujer, pues la forma de pintar y el contexto de aquel cuadro lo presumen- respondió mirándolo unos segundos y desviando la mirada, mientras sonreía.
-Gracias mi dama-besó su mano mirándola a los ojos y dio media vuelta, sin mirar atrás. Salió junto a su amigo que lo esperaba en la entrada, Zehen miró por última vez aquel cuadro. Algo en él le decía que aquello era importante para él.
Esa noche en una fiesta conocieron a un hombre muy simpático y refinado; Josep Oller, dueño del cabaret parisino Olympia, donde se encontraban bebiendo. Después de mucho beber, conocer chicas y hablar de la vida, Zehen notó que al cabaret le faltaba algo, le faltaba más show, mas luces y teatro. Esa noche después de mucho conversar y negociar, nacía el Moulin Rouge; Zehen pasaría casi un año entero en aquella ciudad.
Plenilunio:
Siguieron pasando los años, pero esta vez Zehen recorría el mundo aprendiendo variadas artes marciales y titulándose en muchas de ellas, ¿la razón?, su promesa de ser un hombre debía cumplirla. Su gran Maestro fue Ishaka, un guerrero del Tibet quien le enseñó los secretos del arte oscuro y además a controlar sus habilidades. Pero no todo fue bueno para Zéh, porque al pasar de los años en 1950 tuvo que enfrentarse a su maestro defendiendo el Tibet ya que su tutor había traicionado su tierra natal.
Después de superar el gran dolor de asesinar a su maestro, su corazón y su alma alcanzaron la madurez espiritual, pero también había encontrado una insaciable sed por la sangre y la muerte. En secreto comenzó a buscar las formas de satisfacer esa adicción; hasta que en un sicario se convirtió.
Finalmente volvió a su tierra, Inglaterra, y allí fue recibido por toda su gente, los arcadios. Su hermana y él pasaron horas y horas hablando para ponerse al dia, aunque él en su interior deseaba que su hermana por ningún motivo supiera por la triste historia que paso en el Tibet, sobre todo sabiendo la habilidad que ella tenía para saber de él. Alice le contó sobre la existencia de sus hermanos y el triste destino de sus padres por protegerlos. Aunque se sintió algo impactado y triste, agradeció que su hermana y tía decidieran decirle ahora; quizás antes hubiera destrozado a su abuela y todo alrededor.
Así, juntos decidieron buscar a sus hermanos y encontrar aquel pasado que tanto tiempo se les negó.
Habilidades
Primera Habilidad:
Fuego Control (Firebending):
Zehen a través de los años a podido perfeccionar el místico arte de controlar el fuego desde el alma, pudiendo espontáneamente generar el elemento y controlarlo sin lastimarse, pues es parte de si mismo. (no es piroquinesis: controlar fuego con la mente).
Desde bebé su abuela y tía notaron esta habilidad que fue siendo perfeccionada a través de los años por múltiples maestros espirituales y marciales que lo guiaron en la búsqueda del dominio propio y el equilibrio entre la furia y la templanza. es una habilidad que centra su poder en la fuerza de voluntad inquebrantable para realizar las tareas y deseos. el mayor catalizador para esta habilidad es la ira y la fuerza de voluntad. gracias a esta habilidad a logrado desarrollar múltiples técnicas como aliento de fuego, muros de fuego, ráfagas, bombas, dagas, esferas, propulsiones, etc. siendo su tecnica más avanzada el utilizar sus dos katanas envueltas de su fuego y luchar de esta forma.
una gran Característica de su fuego interior es que este cambia según el estado de sus emociones.
Azul oscuro: Normal.
Negro: Triste o Depresivo.
Rojo: Furioso o colérico.
Segunda habilidad (pasiva)
Mímica Intuitiva:
Zehen posee una habilidad extraña y única, que por haberla descubierto hace pocos años, la ejecuta de forma pasiva.
La mímica intuitiva es la habilidad de imitar los poderes de cualquier ser que este cerca de él y usarla en determinado rango de tiempo (5 turnos) pudiendo volver a usarla en otro determinado tiempo (3 turnos) y logrando comprender el funcionamiento de esta con solo verla.
La mímica intuitiva es la habilidad de imitar los poderes de cualquier ser que este cerca de él y usarla en determinado rango de tiempo (5 turnos) pudiendo volver a usarla en otro determinado tiempo (3 turnos) y logrando comprender el funcionamiento de esta con solo verla.
Gustos:
- Spoiler:
- -Las Mujeres.
-Las Diosas.
-Las lobas kattagari.
-Los buenos amigos.
-La bohemia.
-El rock y Metal.
-El Verano.
-La luna.
-La lluvia.
-Los libros.
-El teatro y Cine.
-Las motos y autos.
-Meterse en problemas.
-Pelear.
-Matar.
-La sangre.
-Coleccionar.
Disgustos:
- Spoiler:
- -La mentira.
-La traición.
-La soberbia.
-La envidia.
-La cobardía.
-Mujeres insistentes.
-Mujeres que no se bañan.
-El invierno.
Extras
Tatuaje de rostro:
- Spoiler:
Tiene un esqueleto formado por huesos de distintas personas famosas o importantes, cada hueso, menos la columna vertebral, es de una persona distinta. solamente le falta el cráneo, lugar que esta reservado para cuando logre matar a un dios.
tiene una colección secreta de cráneos barnizados.
Fue co-fundador de Moulin Rouge.
es el dueño de la Empresa Anheuser –Busch. (budweiser) - Royal Dutch Shell (Shell) - Samsung y Volkswagen.
es socio honorario de la Empresa Ferrari - Petrobras - Apple - Mc Donald y Coca cola.
Sus armas de combate son dos katanas legendarias del Tibet.
posee una Moto Harley Davidson año 60 de colección, color negro y rojo, la cual es su joya.
tiene una colección secreta de cráneos barnizados.
Fue co-fundador de Moulin Rouge.
es el dueño de la Empresa Anheuser –Busch. (budweiser) - Royal Dutch Shell (Shell) - Samsung y Volkswagen.
es socio honorario de la Empresa Ferrari - Petrobras - Apple - Mc Donald y Coca cola.
Sus armas de combate son dos katanas legendarias del Tibet.
posee una Moto Harley Davidson año 60 de colección, color negro y rojo, la cual es su joya.
- Spoiler:
Anstanx- Mensajes : 74
Localización : En tus sueños, pesadillas y fantasías Ss...
Re: Zehennem Anstanx Kattalakis :: Centinela Lyko Arcadio.
Tu ficha ha sido Aceptada.
Bienvenida al lado de los Lykos Arcadios
Ten presente siempre...
Puedes viajar en el tiempo, para ver o corroborar información, pero jamas intervenir en la historia ya que alterarían el curso de la misma.
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Artemisa- Diosa de la Caza y la Luna
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